El trasplante del bonsái es una de las técnicas que definen como tal el arte del bonsái y le proporcionan gran parte de su esencia. A su vez, es quizá la más intuitiva. pues exige una constante atención al crecimiento anterior del árbol, sus problemas de cultivo, la rapidez de crecimiento de las raíces, etc.
Mediante esta técnica se consiguen varios objetivos:
- Mantener el árbol en su pequeño tamaño.
- Conseguir que sea capaz de crecer en una maceta plana y pequeña.
- Conservarlo sano y vigoroso.
¿Por qué es necesario trasplantar?
Cuando un árbol vive en una maceta, las raíces crecen hasta que llega un momento en que éstas han usado todos los nutrientes y espacio disponibles para crecer. Llegado este punto, si deseamos mantener la salud del árbol debemos, o bien plantarlo en una maceta mayor (o en el suelo), o bien podar las raíces y reponer suelo nuevo.
Son sólo las raíces más jóvenes y finas las que trabajan para alimentar al árbol y éstas, al igual que las ramas, se activan y estimulan mediante la poda.
Un árbol en una maceta no necesita de raíces gruesas para proporcionarle estabilidad, tal y como las necesitan los árboles que crecen en el suelo, y cuando se podan estas raíces, el árbol reacciona emitiendo gran cantidad de raíces jóvenes y finas. Los resultados pueden observarse en la copa, con un crecimiento sano y vigoroso. En vez de una maceta llena de raíces viejas y poco útiles, las renovamos con raíces que sí son muy útiles y necesarias para el árbol.
Así, la poda de raíces es necesaria en los bonsáis, y como cada año que pasa, éstos adquieren las características de vejez que buscamos, simultáneamente les proporcionamos un sistema de raíces jóvenes que convierten a los bonsáis en el ser vivo más cercano a la inmortalidad. Además, con la poda de raíces tenemos la oportunidad de estudiar el cepellón en busca de alguna raíz podrida o enferma.
Otra razón que hace necesario el trasplante es que mientras más llena de raíces está la maceta, el drenaje de la tierra disminuye y, consecuentemente, también la circulación de aire y agua, con lo que nuestro bonsái no podrá vivir sano mucho tiempo más.
El trasplantado es una operación que nos veremos obligados a efectuar muchas veces a lo largo de la vida de un bonsái, por lo que podemos dividir esta técnica en tres tipos de trasplantes, dependiendo de la edad del árbol que tengamos entre manos:
- Trasplante de creación: Aquel que efectuamos con un árbol que llega hasta nosotros por primera vez.
- Trasplante de establecimiento: Aquel en el que vamos creando un cepellón de raíces finas suficientes como para mantener el futuro desarrollo de la copa del bonsái.
- Trasplante de mantenimiento: Aquel que efectuamos en un bonsái para proveerle de nuevas sustancias nutritivas y suficiente aireación para las raíces.
¿Hay que cambiar a una maceta mayor en cada trasplante?
No. En la elección de la maceta influyen multitud de factores, tanto botánicos como estéticos.
- La maceta elegida debe ser suficiente como para contener el cepellón de raíces y mantener el crecimiento de éstas.
- Debe proporcionar estabilidad a la planta, tanto física como visualmente.
- Ser adecuada estéticamente al árbol que vaya a contener, y aquí influye su estilo, diseño, forma, profundidad, color, barniz, etc.
- Asegurarnos que el árbol seguirá el proceso de crecimiento que nosotros deseamos; por esta razón, si queremos que un árbol crezca más, o engrose el tronco rápidamente, utilizamos una maceta mayor; y si deseamos mantener el crecimento, utilizaremos la misma maceta o incluso más pequeña.
- Adecuada a las condiciones climáticas de nuestro entorno:
- Si vivimos en una zona cálida y seca, la maceta debe ser lo suficientemente profunda como para asegurarnos una reserva extra de agua en un día caluroso.
- Si vivimos en una zona fría, la maceta debe ser lo suficientemente gruesa como para soportar las contracciones y dilataciones causadas por el frío; el material ideal será el gres.
¿Cada cuanto tiempo debemos trasplantar?
A la mayoría de los árboles no les gusta ser molestados en su medio habitual de crecimiento. Por esta razón, procuraremos trasplantar sólo cuando sea imperativa la necesidad de hacerlo. Así, si nuestro bonsái ha sido trasplantado el año pasado, no necesitará de un nuevo trasplante hasta dentro de dos años, si es de una especie de hoja caduca, o hasta dentro de cuatro años si se trata de una especie de hoja perenne.
Por supuesto, si el árbol tiene algún problema de crecimiento radicular, tal como podredumbre de raíces, debemos trasplantarlo inmediatamente. Algunos árboles, sin embargo, pueden necesitar de un trasplantado más frecuente, bien sea por su rapidez natural de crecimiento, o bien porque estemos forzándolo a crecer mediante un programa intensivo de abonado. El sauce, por ejemplo, puede necesitar un cambio de suelo, ¡incluso dos veces al año!
Trasplante de creación
El trasplante de creación se efectúa tan sólo una vez en la vida de un bonsái.
Es necesario en aquellos casos en que las raíces que posee el árbol en el momento de su obtención son demasiado viejas y gruesas, o están excesivamente enmarañadas.
Generalmente es siempre necesario con ejemplares recuperados procedentes de vivero; en casos excepcionales, un bonsái muy viejo requerirá también de este tipo de poda de raíz.
Como su nombre indica, vamos a sentar las bases de crecimiento del futuro cepellón de raíces, y por ello debemos seguir las siguientes normas:
- Vamos a favorecer el crecimiento en longitud, en detrimento del crecimiento en profundidad, de modo que cortaremos las raíces que crezcan directamente hacia arriba o hacia abajo.
- Las ramas serán un reflejo del crecimiento de las raíces, y por esto debemos desenmarañarlas evitando cruces entre ellas y cortando también las que crezcan hacia el interior, hacia el tronco.
Debemos tener en cuenta cuáles van a ser las dimensiones del tiesto en que nuestro bonsái quedará plantado definitivamente en un futuro; a tiesto más pequeño, será necesario acortar más las raíces gruesas y viceversa. Una sencilla forma de evitar una poda drástica de raíces es seleccionar cuidadosamente el material virgen con que trabajamos.
Aunque en un ejemplar recuperado poco podemos influir en la manera en que crecen sus raíces, cuando acudimos a algún vivero para adquirir una planta para bonsái, debemos rechazar las que estén plantadas en un suelo muy arcilloso, sobre todo si la planta que elegimos está creciendo en una maceta.
Esos árboles, al crecer en un terreno muy duro, se ven obligados a emitir raíces muy gruesas y, a menu-do, enrolladas alrededor de la maceta, encontrándose las raicillas finas tan solo en el fondo del contenedor. Por el contrario, aquellos árboles que están plantados en una maceta con sustrato esponjoso, poseen abundantes raíces finas en todo el cepellón, con lo que el éxito del trasplante en una maceta de bonsái está casi asegurado.
Puesto que vamos a efectuar una profunda remodelación y selección en las raíces del árbol, es necesario que las veamos, y por ello trabajaremos a raíz desnuda. Esta tarea sólo se debe evitar en coníferas, pues estas especies no soportan un lavado total de tierra.
Para ello, tras sacar el árbol de la maceta original, desharemos la parte más exterior del cepellón, con ayuda de un garfio o unos palillos de bambú.
Seguidamente, con agua a presión, limpiaremos el cepellón de raíces de toda la tierra original. En el caso de que la planta creciera en un suelo arcilloso y compacto, el procedimiento cambia un poco: lo sumergiremos (sacado ya de la maceta) en un cubo o balde con agua durante dos o tres horas; pasado este tiempo, con agua a presión, eliminaremos la tierra. De no hacerlo así, arrancaríamos muchas raicillas junto con la tierra.
Trasplante de establecimiento
Si graduamos la edad de un Bonsai por los años de cultivo como tal (niño, joven, adulto, anciano), el transplante de establecimiento corresponde a un árbol de edad joven. Se efectuó ya hace dos o tres años el transplante de creación, y ahora la copa está bastante formada. Mediante el trasplantado que ahora nos ocupa, vamos a hacer posible que las raíces puedan mantener la creciente densidad de la parte aérea del árbol.
En esos dos o tres años en que las raíces han crecido libremente, y si hemos seguido un correcto programa de abonado y riego, nuestro casi bonsái habrá emitido durante el primer año una gran cantidad de raicillas, de las que ahora debe estar totalmente llena la maceta. Algunas de ellas serán ya demasiado gruesas, y quizá algunas de las más cercanas a la capa de drenaje estén podridas.
Estamos al final de invierno o principio de primavera, y al igual que en el trasplante de creación, trabajaremos a raíz desnuda. Para limpiar la tierra, utilizaremos agua a presión, de modo que dañemos el mínimo de raíces posibles. Es frecuente también que en el trasplante de creación no cortáramos sufi-cientemente la raíz pivotante, para mayor seguridad. Ahora debemos hacerlo, puesto que el tronco debe tener suficientes raíces laterales. Este es también el momento en que podemos plantar nuestro árbol en una maceta de bonsái.
Así como hace dos años lo más importante era establecer las dimensiones de la base del futuro cepellón de raíces, ahora nuestra atención debe fijarse en la dirección en la que crecen y en el vigor con que lo hacen. Algunas de ellas serán más fuertes que las demás, y cortaremos de modo que todas ellas se igua-len en fuerza: no cortaremos las muy finas, y acortaremos más las gruesas que las de tamaño medio.
Probablemente, debido al rápido crecimiento de las raíces, el cepellón esté completamente enmarañado. Puesto que se tratará de raíces finas, muy sensibles al contacto con un material duro, como hierro o madera, ahora son nuestros dedos los que realizarán el desenmarañado.
Sobre una superficie lisa, las iremos extendiendo en longitud. Para evitar que se sequen, las pulverizaremos frecuentemente con agua.
Seguidamente, con unas tijeras muy afiladas, las recortaremos de acuerdo con su calibre, hasta que queden totalmente desenredadas, tanto ahora como en su futuro crecimiento.
Trasplante de mantenimiento
En el trasplante de rnantenimiento, el objetivo a conseguir es el de proveer a nuestro bonsái de un suelo nuevo y poroso.
Una vez formada la copa y el «pellón, un bonsái puede agotar la tierra de su maceta en dos años; los cientos de hojas de su parte aérea están demandando alimento y agua a las raíces continuamente, por lo que estas crecen muy rápidamente.
Por eso, en un bonsái adulto, la fecha de transplante ea importantísima; ya no basta con efectuarlo a principio de primavera en general, sino que debemos hacerlo al comienzo de la primavera para ese árbol en concreto.
La señal para el trasplante nos la dan las yemas; cuando comienzan a hincharse y cambian de color hacia el verde o rojo, es el momento; con un par de hojas, aunque no estén desarrolladas plenamente, es demasiado tarde. Si trasplantamos muy tarde, las raíces (algunas cortadas, y otras estresadas por el cambio de medio) no serán capaces de proveer de agua tan rápidamente como es necesario a las hojas, con lo que el árbol puede deshidratarse e incluso morir.
Si trasplantamos demasiado pronto, una helada tardía puede dañar seriamente a la planta.
El corte de raíces ya no es ahora tan importante, por lo que éste se limita a un saneamiento de las raíces en general, quitando las más gruesas, las podridas, las enredadas, etc, pero sólo cortaremos las puntas de las mismas, hasta un tercio del «cepellón original». Los dos tercios restantes se limpiarán de tierra, y cuidadosamente iremos rellenándolos de tierra y esparciéndolos alrededor de la maceta. No debe quedar ninguna raíz en contacto directo con el aire, y por ello nos ayudaremos de un palillo para ir introduciendo tierra nueva en el cepellón.
La mezcla de tierra también es muy importante: la gran densidad de raíces en el cepellón exige que el suelo no se compacte demasiado, para saber que sustrato es el que mejor se adapta a las necesidades de tu bonsái puedes consulta el artículo Los mejores sustratos para bonsai, Cuando una vez transplantado el árbol lo reguemos, el agua debe absorberse rápidamente.