El pinzado y defoliado en bonsái, son técnicas básicas, necesarias y complementarias entre sí, para conseguir ramificar correctamente un bonsái. El contenido de este artículo está principalmente dirigido a los aficionados noveles, pero también puede servir para refrescar conocimientos a aquellos más experimentados, que sin embargo, a veces se olvidan aplicar estas técnicas tan útiles y que, precisamente por ser tan conocidas, pasamos por alto en más de una ocasión. Si quieres saber exactamente qué es el pinzado o el defoliado en bonsái puedes ver estos dos reportajes donde se explican al detalle todos los conceptos básicos.
Formación de un ejemplar joven
Nuestro primer objetivo en el proceso de formación de ejemplares jóvenes es conseguir que las ramas que hemos seleccionado como principales para la formación de la estructura básica del árbol, adquieran un grosor adecuado, en armonía con el grosor del tronco. Para ello, las dejaremos crecer libremente, hasta lograr que alcancen el diámetro correcto, una vez conseguido empieza el proceso de modelado, acortando las ramas con tijeras.
Las ramas engordan cuando se les deja crecer libremente y solo cuando hayan alcanzado el grosor deseado procederemos a pinzarlas para construir las ramas secundarias aprovechando los brotes nuevos.
Una vez que tenemos creada la estructura básica de nuestro bonsái, seguimos con la creación de la ramificación secundaria, terciaria… Evidentemente, cuando dejamos que las ramas principales crezcan libremente, aparecerán automáticamente ramas secundarias, pero como la distancia entre nudos en las ramas principales serán grandes, al crecer libremente, las ramas secundarias estarán demasiado separadas entre ellas y, por lo general, no nos serán de utilidad. Aquí es donde entran en juego técnicas de pinzado y defoliado.
Práctica del pinzado y del defoliado
Como hemos visto anteriormente, en un ejemplar joven, dejamos crecer libremente los nuevos brotes, que formarán la ramificación estructural o ramificación primaria, desde que aparecen en primavera, para podarlos en otoño. Pero si queremos aumentar el número de ramas secundarias, cortaremos las puntas de estos brotes entre el final de la primavera y el principio del verano, con lo que, además detendremos su crecimiento. Dicha operación, llamada pinzado de brotes, tiene especial importancia en lo que se refiere a la creación de ramas nuevas. La planta, al no poder seguir creciendo por donde lo hacía anteriormente, reacciona desviando el flujo de savia, inicialmente dirigido hacia las puntas de los brotes, hacia ramas nuevas que surgirán a partir de las yemas situadas próximas al corte o en otros lugares, a lo largo de la misma rama. Dichas yemas dan lugar a una segunda brotación y las ramas secundarias se desarrollarán a partir de esos nuevos brotes.
Otra técnica complementaria para la obtención de una ramificación secundaria fina y abundante es el defoliado total o parcial. Es decir, la eliminación de todas o parte de las hojas del árbol, a principio de verano, pero respetando siempre las yemas latentes que se encuentran en la base de las hojas. El defoliado, si se hace bien, induce una nueva brotación de esas yemas latentes y lleva a la creación de ramas nuevas. Para no dañar esas yemas, no eliminaremos las hojas tirando de ellas bruscamente sino que las cortaremos dejando un trozo de peciolo, que caerá por él mismo al poco tiempo.
Pinzado selectivo en ramas jóvenes, las yemas nunca aparecen perfectamente situadas. Izquierda; la rama no está equilibrada, la distancia entre brotes es a veces demasiado pequeña. Sino hacemos nada no conseguiremos puntas finas. Derecha; dejando los brotes adecuados, la rama engorda pero mantiene las proporciones correctas.
Pinzando y defoliando nuestros árboles, podemos desarrollar ramas secundarias, allí donde inicialmente solamente hubiera crecido una rama principal. Pero hay que estar atentos a la época en que realizamos estas operaciones, para obtener resultados satisfactorios. El pinzado de brotes junto con el defoliado y el posterior pinzado selectivo de yemas constituyen la base del trabajo, que debe repetirse año tras año.
Si pinzamos adecuadamente conseguiremos unas ramas proporcionadas, pero con el paso de los años las ramas engordan, en particular su base. Cortaremos por las líneas y esperaremos que por las flechas nos salgan brotes para volver a construir la ramificación fina.
Una vez desarrolladas las ramas secundarias
Llegamos al momento en que tenemos un bonsái bastante avanzado en su formación y nos tenemos que centrar en conservar lo conseguido y sobretodo las puntas de las ramas. Aunque a nosotros pueda parecernos que el árbol ha alcanzado la madurez, la realidad biológica es diferente, cada rama sigue creciendo produciendo brotes nuevos sin cesar. Y esto tiene una consecuencia: si dejamos la planta sin cuidados, perderá la silueta que acabamos de formar.
Para conservar el perfil, no basta con cortar las ramas cada vez que sobresalgan de la linea del perfil deseado. Si así lo hiciésemos solo conseguiríamos puntas de ramas cada vez más gruesas y bastas. Hay que cortar siempre un poco hacia el interior de esa línea del perfil ideal, buscando los puntos en los que se va a producir una bifurcación de la rama, dando origen a una ramificación más fina, que al crecer, alcanzará la línea del perfil pero haciendo que las puntas de las ramas sean ahora más finas y delicadas. Es decir, nos interesan las yemas del interior de la rama, para obtener nuevas ramitas, y cortar atendiendo a esas yemas. El aspecto de las puntas de las ramas tiene una importancia fundamental en la impresión que nos deja el bonsái.
Una vez formada la estructura general, para mantener su perfil hay que tener presente que debemos pinzar pensando en el perfil que tendremos cuando crezcan los nuevos brotes. Por ello, hay que pinzar según una línea imaginaria un poco más hacia el interior que el perfil final deseado.
Otra de las cuestiones que no debemos descuidar es el interior del árbol. Si la ramificación exterior es tan densa y hay tal cantidad de hojas que impide que el aire y la luz puedan llegar al interior del árbol, llega un momento en el que las yemas del interior de las ramas se marchitan, no brotan, y poco a poco el interior del árbol se va quedando vacío, concentrándose toda la vegetación en la silueta exterior.
Si, por la razón que sea, alguna de las ramas se pierden, sería imposible reponerla a partir de un brote interior y el hueco haría que se vea el antiestético vacío del interior del árbol. Además, si dejamos que se produzca una situación semejante, ya no habrá manera de acortar las ramas, para conseguir unas puntas armoniosas y solo podremos dejar que se alarguen gradualmente, con lo que poco a poco iremos perdiendo la silueta de la planta sino realizamos un tratamiento drástico.
Una vez desarrollada la frondosidad, debemos defoliar selectivamente las hojas exteriores o bien cortarlas, para reducir su superficie y permitir la entrada de luz y aire. Para que el sol y el aire entre por todas las partes ayudará también la estructura de las ramas por pisos.
Como hemos visto en este artículo el pinzado y defoliado en bonsái son dos técnicas básicas. Aprovecha la caja de comentaros para decirnos cómo y cuando lo realizas en tus árboles, o si lo prefieres utiliza nuestras redes sociales.